Sergio de Carabias

Sergio de Carabias

lunes, 26 de mayo de 2014

El dormidero de los jóvenes alimoches



     La tarde del sábado pasado, Xavi y yo, dos forofos del fútbol apasionados como pocos, decidimos hacer el sacrificio de nuestras vidas y salir a disfrutar del campo en vez de quedarnos viendo la final de no sé qué torneo...

      Y ciertamente, pese a la amenaza de lluvias, valió la pena recorrer los parajes del Nordeste de Segovia aunque sólo fuera por deleitarnos con el rabioso contraste de colores que lucían barbechos y cultivos acentuado por el filtro de luz de las cargadas nubes.
   
Los campos del Nordeste de Segovia con la Sierra de Ayllón al fondo
entre luces y sombras.


     El objetivo de la tarde quedó fijado en censar la pequeña, pero tan valiosa, población de avutardas de la comarca. Y en su búsqueda andábamos, cuando Xavi vislumbró a una enorme distancia una mota en el horizonte que resultó ser un sisón en su cantadero.

Sisón cantando en el horizonte (centro de la imagen)

     El tiempo se nos escurría sin apenas percatarnos escudriñando con el telescopio los trigales en busca de trazos blancos como estandartes que pudieran resultar ser el cuello estirado de algún macho de avutarda atento y observador... pero sin resultado. Y mientras tanto, la lluvia pisándonos los talones cada vez más cerca...



     Habrían pasado ya dos horas desde que habíamos salido allá hacia las 6 pm cuando dimos a parar de frente con un chopo seco en medio de los cultivos ocupado por ¡hasta seis alimoches! de diferentes plumajes y edades que, como jóvenes príncipes destronados, reuníanse en un mismo torreón huyendo de su soledad...

Dormidero de Alimoches "Neophron percnopterus" de varias edades.


      Los alimoches desarrollan un plumaje totalmente oscuro en su primer año de vida que se va aclarando en cada muda hasta volverse mayoritariamente blanco en torno a los cinco años de edad. Muy posiblemente, todos estos jóvenes alimoches sean descendientes de las parejas que crían en las Hoces del Riaza, a menos de 20 km de distancia, y que juntos, transcurran sus años de adolescencia hasta  alcanzar la madurez sexual y atreverse a criar sus propios pollos.

Jóvenes alimoches de entre uno y cuatro años de edad.


      El gran Félix quiso rendir homenaje a esta carismática especie bautizándola con el nombre de "Buitre Sabio" debido a su característico empleo de piedras para romper la dura cáscara de los huevos de avestruz que se encuentran durante su migración en África y así poder alimentarse de ellos.





     Ensimismado seguía yo con tanta belleza alada junta en un sólo árbol, cuando Xavi dio la voz alarma de las avutardas. Justamente en el mismo plano, a nivel del suelo, había un grupo de diez vigorosos machos picoteando un barbecho.

     Como tantas veces suele suceder, no es hasta aproximarse el final de las horas de luz cuando los animales despiertan casi a la vez para aparecer juntos, muy juntos...

Grupo de machos de Avutarda "Otis tarda"


     Tan juntos, incluso, como en la imagen de líneas abajo en la que puede distinguirse un juvenil de alimoche (emplumado de negro) entre seis machos de avutarda. ¡Jamás llegué a pensar que pudiera llegar a presenciar una situación parecida! Dos especies de aves de costumbres totalmente opuestas, a tan pocos metros una de otra como si tal cosa...

Grupo de machos de avutarda
y joven alimoche.



     Despacito y con calma, las avutardas fueron subiendo la loma y nosotros seguimos nuestro camino.





     El Sol ya se había puesto por Peñacuerno y, por lo tanto, era hora de emprender rumbo a casa no sin prestar especial atención a los sonidos de la noche...

Puesta de Sol en Peñacuerno.

     Sin embargo, el tercer y último gran momento de la jornada estaba por llegar cuando un macho de sisón salió corriendo delante del coche para, una vez calmado, seguir emitiendo sus sordos "Crck... Crck" a la vez que desplegaba las vistosas plumas del cuello.

Macho de Sisón "Tetrax tetrax"
en plumaje nupcial.

      Contemplarle en pleno apogeo nupcial resultó ser un inolvidable espectáculo que ponía fin a una tarde estupenda en observaciones de calidad: alimoches, avutardas y sisones, tres pesos pesados de las estepas y los campos cerealistas que encuentran en la Península uno de sus últimos refugios, y el mayor a nivel mundial, y que todavía resisten en el entorno de nuestra querida Comarca del Nordeste de Segovia como indicadores de su buen estado de conservación y diversidad ecológica. 


       Pues ojalá que siga siendo así y que sus poblaciones se refuercen cada temporada para garantía de la salud ambiental de nuestros campos y pueblos.











2 comentarios:

  1. Hay que ver qué "raros" son los ichos a veces desde nuestro (ignorante, supongo) punto de vista, que pudiendo posarse en un sitio más resguardado van a ponerse en un árbol seco en medio de un sembrado, donde se los ve desde dotas las esquinas...

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    1. Comentándolo con el amigo Xavi, llegamos a la conclusión de que, la única ventaja de elegir un árbol desnudo para pasar la noche es que la visibilidad de los alrededores es más completa pero, la verdad, que tampoco nos convencía la idea...

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